– «Pensándolo, en tanto no puedo darte mi amor, podría darte el sueño de que te amo.»
– «Eso ya lo tengo.»
«Las benévolas», Neil Gaiman,
«Joy está muerta. Yo la he matado. Y ahora no sé qué voy a hacer.»
Así empieza Private Dancer, la historia de un hombre normal quien, tras ser enviado a Bangkok por su empresa, se enamora de una de las chicas de la noche e inicia con ella un viaje de autodestrucción.
La historia está contada a través de varios personajes -basados en estereotipos de los habitantes de la noche Bankoniana- en donde cada uno, a partir de su personalidad y bagaje vital, hace avanzar la narración. La belleza del libro no es tanto la historia en sí misma -esencialmente lineal y predecible- sino la capacidad del escritor para, en unas pocas pinceladas, emplazar al lector en un nuevo punto de vista -incluyendo de forma muy lograda la de los tailandeses-.
Los encargados de narrar la historia son:
– El propietario de un bar en uno de los barrios rojos de la ciudad. Con su local como punto de reunión entre los sexpatriados de la zona, es una persona que ya lo ha vivido todo y con una visión cínica de la sociedad tailandesa. Este personaje está basado en un propietario real que tiene ahora su bar en Sukhumvit soi 4 (al final de la historia se dan los datos).
– El turista sexual residente (los ahora llamados ‘sexpatriados’), ya saturado tras haber probado de todo diariamente en el mundo del sexo y que ahora busca experiencias alternativas.
– El profesional con talento y bienintencionado enviado a Bangkok, quien deja que la vida nocturna en la ciudad lo vaya destruyendo sin que él apenas lo perciba.
– El detective tailandés, receptor natural de las sospechas de los extranjeros y asombrado por la ingenuidad de los farangs. Con una visión económica, social y de estatus propia de un tailandés y una actitud hacia los negocios a juego con ella.
– La prostituta tailandesa sin mala intención pero dañina, tan peligrosa con con sus clientes como ingenua en sus decisiones vitales, sin percibir el alcance real de sus acciones.
– La prostituta tailandesa que abraza su forma de vida, quien toma las decisiones necesarias para obtener todo lo que pueda al coste que sea, sin preocuparse más que de sí misma y su familia.
– El jefe tailandés, que ve cómo se degrada el trabajo de su nuevo fichaje extranjero y que pasa a asumir que esa extrema vagancia, desidia y falta de un mínimo tacto social son las señas de identidad típicas de los farangs.
– El jefe farang, quien contempla asombrado como Tailandia destruye irremediablemente el trabajo y la vida de quienes envía allí.
– El extranjero enamorado ingenuo, que conoce, en una época tardía de su vida, a la tailandesa ‘de sus sueños’ desde su propio país y decide viajar a Tailandia a buscarla sin escuchar ningún consejo, permitiendo que alguien que esencialmente desconoce vaya a destruir su existencia en su propio país.
– El extranjero enamorado afortunado, que ha sabido crear una relación real con una tailandesa de verdad.
La descripción que realiza cada uno de ellos no es muy profunda -el autor busca más el transmitir un estado mental y un punto de vista que el profundizar en cada personaje- pero eso también permite que la narración sea muy fluida y siempre interesante. Tampoco trata de aportar una moral de ningún tipo: se puede ver perfectamente cómo se plantea la vida cada una de las personas -incluyendo a la propia protagonista femenina- y como sus decisiones son consecuentes con su historia personal. No hay personajes ‘malos’ ni ‘buenos’, tan sólo decisiones vitales, tomadas con más o menos acierto e ingenuidad frente a las circunstancias que llegan a su vida.
Muy entretenido y de lectura rápida. Es interesante para cualquier persona que haya vivido en Bangkok y útil además para quien quiera comenzar una relación con una de esas bellas mujeres que salen por la ciudad al caer la noche.
