El crecimiento físico del bebe recién nacido es asombroso. Generalmente, en 6 meses el niño duplica su peso original y al año lo triplica. Estos son promedios pero hay amplias variaciones dentro de lo normal. La talla aumenta en un 50 por ciento hacia fines del primer año.
Al nacer, la cabeza del bebe es ya casi el 60 por ciento de la que tendrá a la edad adulta y a los 3 años de edad se aproximará al 90 por ciento de dicho tamaño. Salvo en casos de raras enfermedades, el crecimiento físico depende de dos factores: la nutrición correcta y la herencia.
La alimentación adecuada del bebe debe comenzar en el embarazo y continuar a lo largo de la infancia, la juventud y la madurez. El factor de crecimiento más sensible a la nutrición es desde luego, el peso corporal. Los bebes deciden, en buena parte, cuándo comen y qué comen. Por lo tanto, hay periodos en que se rehúsan a consumir grandes cantidades de alimento.
Los padres deben recordar que si su bebe se niega a comer zanahorias o espinacas el día de hoy, este hecho no afectará su peso y, desde luego no influirá en su talla ni en su desarrollo cerebral. Los periodos prolongados de alimentación deficiente afectan a la larga el peso, después la talla y, por último, el desarrollo cerebral, pero este tipo de desnutrición ha sido erradicado en muchos países.
A la mayoría de los padres les preocupan los hábitos alimentarios de sus niños. Al discutir los problemas de la alimentación con padres de familia, hemos observado que según éstos los niños comen cantidades abundantes, escasas o inadecuadas de los alimentos más nutritivos. Es difícil que los niños coman demasiado poco si se les ofrece alimento. El apetito está determinado biológicamente y el instinto de conservación es muy poderoso. Los niños normales siempre comen lo suficiente.
Más a menudo, el problema estriba en que los niños comen demasiado. En el primer año de vida el niño que come en exceso se pone rollizo, pero también sufre varios cambios invisibles. Se forma en su organismo un número excesivo de células adiposas. Una vez que se han multiplicado estas células, transmiten mensajes que contribuyen a determinar la magnitud del apetito.
Aunque años más tarde al reducir de pesos bebe disminuya el tamaño de las células adiposas, el número de éstas permanece constante. Por lo tanto, toda una vida de apetito voraz puede en algunos casos deberse a la sobrealimentación en la infancia. El consumo excesivo de alimentos puede aumentar el tamaño del estómago. Al contraerse entre sí las paredes del estómago se produce la sensación de hambre. El estómago grande y distendido requiere una mayor cantidad de alimento para atenuar la sensación de vacío debida al hambre.